martes, 31 de diciembre de 2013

No quiero que te vayas, querido 2013.

Qué gran verdad escribí hoy justo hace un año. Que, aunque por aquel entonces sentía usurpador al 2013, tal día como hoy lo iba a sentir tan mío que el 2014 no querría que llegase. Y es tal y como me siento hoy. No es que no quiero que el 2014 no llegue, vamos a ver. Es que el 2013 ha sido un año en el que han cambiado tantas cosas y otras tantas han permanecido, que es realmente el año en que me he dado cuenta de quién está de paso y quién para quedarse. Me quedan muchas personas que conocer y muchos lugares que recorrer, o, al menos, eso espero; pero este 2013 ha sabido enseñarme muchísimas cosas.

Es la primera Nochevieja que voy a pasar en León. La primera. Parece mentira, pero la primera. El año pasado a estas horas, estaría en Palencia, nervioso por la llegada del nuevo año..., ese nuevo año que hoy ya es viejo y apenas podrá acompañar a las agujas del reloj tres horas más. Solo tres horas más. Y, después de tres horas, ya será 2014 y el 2013 no volverá jamás, se irá no sé dónde y no volveremos a verlo. Podremos recordarlo con más o menos cariño, pero no podremos revivirlo: es así.

Este 2013 me ha regalado un diploma de Bachillerato, para el cual he necesitado dos años, en los que he conocido a personas que, ya hoy, son más que imprescindibles a mi lado. Mi Trixie me ha acompañado en este viaje de dos años, que lo hemos terminado creando un Homenaje a Amable Liñán con el espíritu de la emoción que nos había dejado el Homenaje a Cristóbal Halffter de 2012. Un Homenaje que nos ha costado horas y horas y más viajes, pero todos esos esfuerzos merecieron la pena entonces y hoy, al poder volver la vista atrás y sonreír con emoción.
Me dio una graduación inmejorable, tal y como me la imaginaba de perfecta. Lloros y risas por igual, diversión y pena, nostalgia por abandonar una de las etapas más felices de nuestra vida, una que recordaremos hasta cuando las arrugas campen a sus anchas por nuestros rostros.
Nos dio un achuchón bien fuerte con la selectividad, pero comprobamos que no hay nada de lo que no se pueda salir airoso, algunos más y otros menos. Con nuestras notas hicimos cálculos, nosotros y las universidades, y finalmente cada uno se fue donde quería o donde le dejaban. El verano se pasó en un auténtico vuelo, con Lili, con Bea, con María, con Henar, con otras personas... Y llegó septiembre y su inicio de curso. 2013 fue el año que nos llevó a la universidad a la mayoría de los nacidos ene l995. Nervios de primer día. Tensiones. Que se rompieron más tarde y formaron incipientes amistades que hoy caminan ya, queriendo hacerse sólidas.
El otoño voló. Con él, nuevas amistades que no eran tan nuevas, fines de semana surrealistas, estudio, mucho estudio... Y, cuando el otoño se estaba ya apagando, llegaron mis dieciocho. El 2013, el año en que cumplí mi mayoría de edad: esos años en los que uno deja de ser un niño no se olvidan fácilmente. Ahora lo único que queda es caminar hacia adelante para procurarse un buen final. Ya no hay tiempo para las indecisiones y para los: "ya habrá tiempo", porque comenzamos a hacernos adulto y, con ello, el tiempo se pasa mucho más deprisa. Las navidades, algo ajetreadas, más que de costumbre y... ¡PAF! Ya está, llegamos al 31 de diciembre de 2013, aunque pareciese ayer el día 1 de enero de 2013.

Y hoy te digo, 2013, que no tengo más que palabras de agradecimiento para ti. Para mí has sido el mejor año que recuerdo. Has traído estrés, has traído relax, has traído unos dieciocho que aún estoy estrenando, has traído momentos que nunca jamás olvidaré... Pero me has dejado a las personas que me quieren y eso, 2013, es algo que siempre te agradeceré. No quiero que te vayas, pero sé que es absolutamente imposible que te quedes. Ojalá se pudiera hacer una película en la que un niño enamorado de un año le pidiera que se quedara y el año, encantado, aceptase. Qué va. Eso no se puede. Ya estás a punto de perderte entre la bruma del tiempo, y de iniciar tu viaje a otra dimensión donde nosotros no tenemos acceso. Acompañaste a la Tierra en un giro alrededor del gran Sol, y con ello te llevaste a Mandela el día de mi cumpleaños, y a muchas otras célebres personas. Pero, aunque no tenga tanta repercusión, también me trajiste muchas cosas que nunca olvidaré. Gracias, 2013 por ser un año inolvidable en mi vida. Aunque tú tengas que irte, en mí se quedará un trocito de ti para siempre. Pero, hazme un favorcito. Retrasa unos segundos tu huida, y así podremos decir que le ganaste un poco de tiempo al 2014. Nadie lo notará. Solo tú y yo. Hasta siempre, adiós 2013.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Dieciocho ya.

Las primeras letras que escribo como mayor de edad. Y por letras me refiero a un texto premeditadamente concebido para serlo, y no pequeñas oraciones de 140 caracteres. Fue ayer, 5 de diciembre de 2013, cuando los dieciocho entraron en mí sin llamar a la puerta, sin avisar... Estar con mi madre paseando por León, llegar a casa y que haya unas personitas especiales con velas y con una gran sorpresa, mirar el reloj y descubrir que ya son más de las 18:30, que ya pasaron dieciocho años desde que un bisturí me abrió la puerta al mundo en una nevada Rioja. Sin más. Silenciosos. Sin hacerse notar. Cautelosos. Sigilosos. Desplazaron a los moribundos diecisiete sin queja y sin nada más. No me paré a pensar, pero miles de sensaciones y sentimientos cruzaron mi cabeza, mi mente, mi corazón... Velocidades vertiginosas, supersónicas, demasiados pensamientos en muy poco tiempo...

No fue emoción lo que sentí, tampoco orgullo ni egoísmo... Pero mi ya adulto espíritu hizo un rápido repaso por algunas de las cosas que habían formado parte de mi vida. Mi cumpleaños siempre ha estado ligado a la Navidad, época que me encandila. Luces, frío, olor a café por la calle, salones de Isabel II engalanados, Calles Mayores, belenes de la diputación, tías con el cotillón listo, comedias de los primos, hogar... Todos los recuerdos que tengo de pequeño, son recuerdos de hogar. Me siento en casa. Y cuando vuelvo a la misma ciudad y paseo las mismas calles y siento el mismo frío y, mágicamente, vuelve a mi nariz el olor a café, siento un ramalazo de nostalgia y de tiempo pasado que no puede evitar entristecerme. Tantas personas, tantos recuerdos, tantos inviernos y tantos veranos... Tantos amores y desamores, y ninguna consecución de los primeros... Tantas palabras, tantas que dejé escritas y otras tantas que se olvidaron para nunca poder ser recuperadas... Tanto sufrimiento, tanta frustración, tanta dificultad para conseguir cosas... Tantas notas, tantos sonidos, tanto esfuerzo frente a un piano... Tantas horas, tanta dedicación, tanto trabajo para poder haber conseguido un asiento en la universidad... Tantos sentimientos que lancé al aire... Algunos de ellos fueron recogidos de igual forma, naciendo amistades tan bonitas que las palabras solo entorpecerían su visión. Amistades que hoy son imprescindibles, que aun siendo adulto trataré de preservar y hacer crecer como mejor pueda. Otros, en cambio, fueron recogidos de una forma inesperada, y también nacieron amistades... Quizá diferentes, un poco ortopédicas, pero fuertes vínculos que agradezco al fin y al cabo. Los últimos, sin embargo, fueron arrojados al suelo. Esos sentimientos que nadie recogió o me creyeron hacer que habían guardado y que ahora están agonizando en un suelo yermo. No crearon enemistades, pero sí grietas y negruras que no se podrán olvidar.

Es extraño ver la inmensidad de cosas que pasan en dieciocho años. Dieciocho años. ¿Qué son dieciocho años? Para el universo, apenas un suspiro. Para una mariposa, una eternidad. Para un humano... Casi un cuarto de su vida. Al madurar uno ya sabe que la vida es finita, y quizá eso le asuste, le dé rabia, le preocupe al ver cómo pasa el tiempo... Dieciocho años. Toda una evolución desde un recién nacido, pasando por un niño en formación, un adolescente listo para la metamorfosis y, finalmente, un joven adulto que mira al futuro porque su yo pasado dejó de existir para siempre. Es raro. Curioso.

Pasarán otros dieciocho años y entonces cumpliré 36. Espero poder realizar otro análisis. Conservar muchas de las amistades cuyas uniones hoy son férreas. Mirar mis años de universidad con nostalgia y con nuevas caras en las fotos del álbum de mi corazón. Tener experiencias, algunas serán malas porque no nos las podemos quitar, pero otras serán inmejorables, que son las que deberemos recordar. Habrá habido cambio, sí, pero ni parecido al que comenzó en 1995 y ha terminado en 2013. Hoy empiezo, porque empecé hace dieciocho años y empezará en otros tantos.

lunes, 3 de junio de 2013

Primer pie en el futuro, amparado por el nombre de un escritor salmantino.

Está claro que P-êM no consigue salir de su bache. Pero, como cada vez que vuelvo tras un paréntesis gigantesco, hoy tampoco he venido aquí a hablar de P-êM...

El 31 de mayo de 2013, hace apenas tres días, me gradué. Obtuve la culminación de mi Bachillerato, y se podría decir que ya soy un bachiller, como aquel contra el que Don Quijote se batió en duelo por tierras catalanas. Han sido dos años, dos años que he pasado en los muros de un instituto que lleva por nombre el de un literato de Salamanca, dos años que se me han pasado como dos suspiros en el Juan del Enzina.

En septiembre de 2011, cuando me interné por vez primera en las clases de este instituto que no era desconocido para mí, jamás podría llegar a imaginar lo que me costaría irme dos años después. Venía del Jesús Maestro, un colegio que sigue siendo importante para mí..., pero, siento decirlo, me ha marcado mil veces más el centro de mi tocayo. No quiero desmerecer a ninguno de mis buenos amigos del colegio que vestía de verde y viste de granate, pero el Juan del Enzina me ha regalado cosas sin las que yo, hoy, no sería el mismo Johann Kalinor. Muchas entradas que P-êM tiene han sido gracias a este centro... Pero, sobre todo, muchos recovecos de mi corazón se han calentado gracias a la gente que allí he conocido.

Hay una sandía, una sandía con pepitas que conocí antes, en el Conservatorio. Una sandía que me acompañó un año en clase, y otro estuvo a pocos pasos de la mía. Una sandía rubia y que tiene un amor especial hacia mí como yo lo tengo hacia ella. Una persona que siempre me tendrá a su lado, disfrazado de melón, aunque vengan agostos secos que se empeñen en dejarnos sin una gota de jugo. Sabe que estoy aquí y que estamos unidos por algo mucho más fuerte que cualquier cosa que intente separarlo.

Hay otro chico, un mai frién dicen, que lo fue todo. Sabe de sobra a quién le debe unos cuantos deseillos aún sin cumplir, y sabe también que solo tiene que decirme unos cuantos para que se los realice también.

Una chica que es la vaquera más salvaje y fiera del Oeste, una Jessie que otros llaman pato y que a mí me gusta llamar Paty Patt. Las conversaciones que me ha regalado estos dos años en los que nuestra amistad se ha hecho tan fuerte como el lazo de dos cuerdas de dos vaqueros que se entrelazan mientras cabalgan en el aire, han sido tan reveladoras y tan reconfortantes para mí que no cambiaría ni una coma de los sentimientos que me ha transmitido, aunque hayan sido a las 6:00 de la mañana de vuelta de una fiesta de graduación o tumbados en una cama de Las Lomas hablando bajito. Cualquier momento vivido a su lado ha merecido la pena, y sabe que no hay nadie como ella, que vaya donde vaya en tres meses me tendrá conmigo. Solo hace falta buscar cualquier canción de La Oreja de Van Gogh y darle al play: mi esencia aparecerá junto a los acordes de los donostiarras allá donde ella esté.

Hay otro juguete. Otro muy especial. Tiene forma de dinosaurio, aunque yo sé que por dentro es toda una princesa. Trixie. Fue SuperÁgueda al principio, incluso llegó a ser Águeda Granger. Lo único que sé es que mi vida, con todas sus pequeñas desgracias, ha merecido la pena ser vivida por encontrarme a un ser tan extraordinario como ella, una persona que brilla con luz propia y que me deslumbra sin cegarme para admirar su luz. Sé que es perfecta, y ella también lo sabe. Combinamos nuestra perfección y salen cosas brillantes de esa unión, como homenajes a científicos, guiones de teatro y trabajos de varias asignaturas. No sé por qué extraña razón cada vez que pienso que se va 197 kilómetros lejos de aquí me entran unas ganas de llorar terribles. Es cierto que no compartiré su día a día, que no oiré su risa desenfrenada cuando nos pasen cosas absurdas, que no nos asustaremos cada vez que digamos las mismas palabras al mismo tiempo y coincidamos en cada gesto que queramos hacer, que no llegaré cada lunes a las 8:35 de la mañana para sentarme a su lado... Pero también es cierto que nunca la abandonaré, vaya a Salamanca, a Madrid o al fin del mundo, yo estaré ahí, en alguna parte. Cerrará los ojos y me verá haciendo el ganso como siempre, o contándole una confidencia, diciéndole que me he vuelto a declarar..., pero que por muchas veces que lo haga será ella la que guarde la llave de mi amor verdadero. La forma en que la quiero es más especial que las constelaciones y nos hicimos una promesa: no soltarnos, vivir mil y un momentos de los que aún no tenemos ni un tercio. La vida nos va a juntar muchas más veces de las que nos alejará, ya lo veremos...

No acabo aquí, hay una Barbie rubia y de ojos azules que jamás se ha visto en las fábricas. Compartimos un musical el año pasado que nos hizo reflexionar sobre los dos, hemos hablado y me ha escuchado, nos hemos hecho confidencias bonitas y sinceras. No creo que encuentre en mucho tiempo alguien tan original como ella y espero que jamás me olvide, dondequiera que vaya, porque yo jamás la olvidaré a ella.

Un mago que se escapó de Hogwarts también fue a parar al Juan del Enzina. Se llama Alberto, pero yo sé que su apellido real es Potter. Dice que le redescubrí la Magia, esa Magia que es protagonista de este blog, pero yo sé que es él quien me la inspiró a mí y que por eso le hice redescubrirla. Pocos abrazan como él, y pocos te dedicarán una sonrisa tan sincera como la que él dedica. Es un chico que merece la pena de verdad. De verdad.

Hay frutas que hablan solas, con su fragancia y su frescura. Ese es el caso de la kiwi más especial del mundo, esa que, aparte de hacer que te emociones cuando arranca las notas del piano, sabe dar los besos más sonoros que jamás haya escuchado. Su amor y su sonrisa te enamoran en un abrir y cerrar de ojos y nunca podrás evitarlo, por más que quieras. Si compartes con ella un viaje a Ámsterdam o a cualquier otra ciudad, verás que no miento cuando digo que no hay otra como ella, que es la mejor kiwi del mundo.

Muchas más personas. Una chica que es una Lija, Lagartija, Canija, juega a la Ouija, tendrá Hijas y muchas cosas más. El otro día me acordé de una cosa especial vivida con ella que ahora no soy capaz de volver a traer a mi mente, pero estoy seguro de que alguna vez me acordaré y sonreiré al volver a ver en mi memoria su risa. Me ha regalado muchísimos momentos de relax y de felicidad, y aunque estemos muy lejos y no sepamos ponernos en contacto, yo siempre tendré conectado su corazón a su risa... Una chica que presentó conmigo esta graduación, que se empeñó en hacer que me emocionara con sus poemas, una chica que no sabe lo grande que es porque aún no se ha dado cuenta. Espero con todo mi corazón que llegue muy, muy lejos y que yo pueda felicitarla personalmente cuando logre uno de sus sueños, o todos, que los va a lograr... Mis chicas del colegio, las tres que me han acompañado desde hace mucho. Dos que llevan siendo del A toda la vida, y que seguirán siéndolo en mi corazón. Otra que vino más tarde al Jesús Maestro y que se hizo de la familia. Dos vienen también a teatro conmigo y han hecho que cada viernes me vuelva a sentir en casa, haciendo una de mis pasiones, convirtiéndome en un personaje diferente cada semana. Han hecho que nada cambie entre nosotros, que podamos decirnos mucho en una mirada aun sin hablar a diario. Gracia y Carmen hacen de cada momento absurdo uno con todo el sentido del mundo. Y Helena, claro está, con su sonrisa y su originalidad, y su mano dibujando que ni el mismísimo Dalí. Ellas me han regalado un poco de buena nostalgia.

También hay alguien, o álguienes, más pequeñitos, pero que es imposible que deje de citar concretamente porque en estos últimos meses han sido imprescindibles para mí. Un chico que se apellida en la onomástica, y que hizo de un científico adolescente, me ha traído de vuelta a mi corazón un sentimiento que hacía mucho que no sentía. Le tengo mucho que agradecer, mucha entereza y mucha valentía por su parte de aceptar al verdadero Johann Kalinor, que no se muestra tan desnudo ante todo el mundo. Le debo una incipiente amistad que espero que dure mucho, mucho tiempo. No sabe lo que vale, y espero que deje que yo se lo enesñe... Otro, que fue el decimoquinto en descubrir mi verdadera esencia, mi fondo más profundo. Uno que no es locuaz cara a cara, pero que te escribe y te deja sin palabras diciéndote lo que piensa de ti, las cosas tan bonitas. Jamás pensé que una persona como él pudiera convertirse tan importante para mí en tan poco tiempo, que le dejara explorar toda mi alma y que él me dejara explorar la suya. Sin duda, es una de las personas que no quiero perder en mi vida, y a la que he aprendido a querer en un tiempo récord, récords que nuestra amistad especial de Peu-Decimoquinto romperá y muchos. No hay nada más gratificante que hablar con él de ciertos temas...

Se me escapan miles de personas, estoy seguro. Miles de pequeñas personas que han hecho del Juan del Enzina mi segunda casa, y no miento. Cada vez que pase por allí y ya no pueda atravesar sus muros porque no soy alumno, me entrará una nostalgia de una casa que va pasando de dueño en dueño cada año, cada temporada. Doy las gracias a algunos profesores que me han marcado mucho, y cuyas enseñanzas llevaré impresas en mi alma hasta el día de mi muerte. Doy las gracias a los alumnos que han hecho de cada momento uno especial, y aunque no los haya nombrado aquí, que tengan por seguro que están en mi corazón hoy y siempre... A todos los que he nombrado no existen palabras para definir la tristeza que me da tener que irme de aquí y que otros tengan que irse.

No quiero. Quiero detener el tiempo y seguir viviendo en este ahora. Quiero que todo vuelva. Quiero volver a abrazar a mis compañeros llorando de emoción porque cada uno nos vamos, nos hacemos mayores sin haberlo imaginado, nos abandonamos a un futuro muy incierto. Os quiero. A todos. Os quiero mucho...

Quién me diría a mí que iba a sufrir tanto por este maravilloso Juan del Enzina en septiembre de 2011.

Futuro, ¿estás preparado? Porque entro en ti con sentimientos preciosos gracias a dos años, a dos años amparado por el nombre de un escritor salmantino.

domingo, 24 de marzo de 2013

Trixiecidades.

Está visto que no consigo yo realizar este deseo que tengo de mantener mi pequeño blog al día de mi vida, pero supongo que desde que P-êM comenzó su declive no ha remontado, y desconozco si lo hará o no. De todos modos, no he venido hoy, 24 de marzo de 2013, a hablar sobre lo olvidado que tengo a esta porción del ciberespacio. Hoy vengo aquí a hablar sobre una dinosauria que cumple su mayoría de edad.

No hace mucho tiempo, un pequeño vaquero y una gran dinosauria se conocieron por peripecias del destino. Al principio, no eran más que dos extraños que habían coincidido dentro de la Tierra, pero poco a poco, tanto el vaquero como la dinosauria descubrieron que entre ellos estaba naciendo un sentimiento especial. Prácticamente sin darse cuenta, el vaquero se encontró con que necesitaba tener a la gigantesca dinosauria cerca de sí, porque si no le parecía que su vida estaba vacía y sin sentido. Empezó a quererla, así poquito a poco, empezó a precisar su compañía y su tan especial cariño y amor. Sin darse cuenta, como si fuera la amistad la que, juguetona, hilase su seda entre esos dos juguetes tan diferentes y tan parecidos al mismo tiempo... Entonces, un día, el pequeño vaquero se dio cuenta de que había encontrado por fin esa parte que completaba su vida, ese juguete que tenía que compartir sus horas de juego para el resto de su vida; por fin la había encontrado: Trixie estaba allí, ante él. Fuerte, encantadora, amable, amiga, risueña, genial, comprensiva, divertida, valiente... El pequeño vaquero ya la había encontrado, y ya nunca quería dejarla atrás. Quería tenerla junto a él, para que compartiese cada pequeño detalle de su vida. Se había dado cuenta que él siempre la había necesitado, aunque no se hubiera dado cuenta..


Y ahora que Trixie y Woody se conocen y se quieren como nadie, es el turno del pequeño vaquero para desear a esta dinosauria tan especial para él unos 18 años mucho mejores que los 17 que ya he vivido a su lado. Sabe que mi estrella de sheriff palpita con fuerza propia cada vez que estoy a su lado, que me emociono con facilidad si, al sonar cierta música, recuerdo nuestros momentos juntos... Las palabras que existen en mi idioma y en cualquier otro idioma que haya creado el ser humano se quedan pequeñas para expresar todo lo que el corazón de este juguete llamado Woody siente por Trixie. No me lo tomes a mal, pequeña-gran juguete, pero mis coloretes de serie realzan su rojo al decirte que no me quedan palabras. Solo besos que llegarán para acompañarte hasta el 24 de marzo de 2014, cuando renovaré esta tarifa de besos para que te acompañen un año más.

sábado, 2 de febrero de 2013

Solidez.

Ayer empezó febrero. No es más que otra fecha, pero Peut-être Magic ha estado más muerto que vivo desde septiembre para acá... Cuando empecé con este blog, en enero de 2011, me prometí que no dejaría ningún mes sin entradas; octubre y noviembre de 2012 se quedaron sin representación de mí aquí. Pero, lo más importante, ni siquiera me pasé por aquí el día 5 de enero de 2013 para felicitar a mi querido blog su segundo año de vida. Dos años ya conmigo, (dentro de poco dos y un mes) pero ni siquiera un recuerdo para él. No voy a mentir, me acordé el día 7 de que no había conmemorado los dos años de P-êM y tampoco me pasé por aquí ese día... Ni ese ni ningún otro de enero, dejando el mes del cumpleaños de P-êM vacío también. Pedí al año nuevo en mi anterior entrada que me trajera más inspiración (y tiempo) para poder regalar a este sitio que considero una extensión de mi corazón más textos que dejar plasmados, sin más... Está visto, y no solo por esto, que el esperanzador 2013 no nos ha regalado (de momento) las cosas que le hemos pedido. Alguien dijo una vez que las expectativas altas son la madre de todas las decepciones.

¿Por qué vuelvo hoy, en febrero?... Lo cierto es que por nada en especial, pero sí algo en particular. Una buena amiga (tan mágica o más como el nombre de este blog y con una luz que, no sé cómo lo hace, siempre acaba por iluminarme) me dijo que se le hacía raro no ver nada nuevo aquí, bajo estas cuatro paredes que son los límites de la pantalla del ordenador. Antes solía renovar el ambiente de P-êM tres veces por mes mínimo..., y ahora rara vez abro el ordenador y se me ocurre pasar por aquí. Es triste. Di una razón, sin embargo. Una razón que justificaba mi abandono; que ya no estaba muy seguro de lo que pensaba, que había algo raro en el ambiente.

El mundo está raro. Más bien el mundo que yo creía conocer lo está. He hablado ya varias veces aquí con pesimismo de mi vida, de mis cosas... Pero ahora es en general, las cosas están revueltas. ¿Qué pasa? Hay cosas que no llego a comprender del todo, mi mundo está mudando y no sé cómo saldrá de esta metamorfosis. Quizá sea que la mayoría de la gente que me rodea está a pocos centímetros de la puerta de la mayoría de edad y que yo apenas me he acostumbrado a tener diecisiete. No lo sé. Lo que sí sé es que poco a poco el tiempo está erosionando la meseta sobre la que mi yo y mis circunstancias se asentaban, y espero que no acabe por convertirla en una llanura y que todo se desparrame a kilómetros a la redonda... Muchas veces intento excusar la situación con malas excusas, otras me comporto de una manera extraña que intento justificar injustificablemente y otras, simplemente, no tengo ni puta idea de qué cojones pasa ni de qué cojones hacer. Quizá era este el fin del mundo del que hablaban los Mayas. El fin de un ciclo que revolucionaría el mundo y, con él, la gente. Quizá el 21 de diciembre de 2012, cuando el invierno escurrió los últimos días del 2012 para reinar durante todo el principio del 2013, un aura diferente invadió a la Tierra y cambió su idiosincrasia. Ya no lo sé. El caso es que el mundo está raro. Y cuando el mundo está raro uno tiende a refugiarse en el pasado y en el futuro, recordando momentos de risa y previendo grandes días que vendrán..., pero lo que verdaderamente importa es el presente: no podemos vivir en el pasado y el futuro nos alcanzará antes de que nos hayamos dado cuenta. Pero hoy mi presente está un poco descompuesto, fluido y algo desgastado. Necesito un hoy algo más sólido, necesito una cotidianidad consistente, bien cimentada al camino ya andado y con suficientes propiedades como para hacer de base para el futuro camino que creo día a día. Necesito, creo, un poco más de solidez.  

lunes, 31 de diciembre de 2012

Hasta hoy, crecía el 2012...

Creo que es injusto que P-êM se quede sin una breve despedida al 2012 teniendo en cuenta tal y como he dejado olvidado a este rincón del ciberespacio durante los últimos tres meses... Supongo que será porque he conocido a un señor que me aprieta y ahoga de vez en cuando llamado Segundo de Bachillerato.

Mi deseo para el 2013 que aquí recojo es que tenga más tiempo y más disposición para poder regalar a P-êM mis momentos de Magia y actualidad que nunca he dejado de experimentar... Ayer mismo, con la IX Edición del Festival Internacional de Magia León vive la Magia recordé la razón por la cual creé este blog que cumplirá dos añitos el cinco de enero del próximo y cercano 2013. Con esta nueva cifra que sigue al 2012 espero que vengan nuevas y más cifras de entradas explicando todas las cosas que explico aquí con el único objeto de desahogarme y respirar, de escribir porque sí y de intentar aportar Magia a todo aquel rincón en el que el eco de estas palabras que escribo se escuche.

Me encantaría extenderme párrafos y párrafos, pero el caos de la prisa reinante a mi alrededor y la falta de ideas a gran escala me lo impiden. Siento mucha, mucha nostalgia (como siempre) al dejar un 2012 que sentía usurpador hace un año, cuando aún corría el 2011, como ahora siento usurpador al 2013 que sentiré acogedor dentro de un año, cuando llegue el 2014... Para mí no ha sido un año malo, ha tenido muchos momentos de Magia y otros cuantos de pesadilla, pero me quedo con los de Magia que han llegado de la mano de personas que, para mí, son tesoros mucho más importantes que cualquier joya o cualquier obra de arte. Les deseo a ellos y ellas un 2013 tan feliz o más como hemos pasado el 2012.

Y ahora, preparémonos para que el viento arranque del todo las raíces del 2012 de la Tierra de los Árboles de los Años y, una vez arrancadas, transporte desde el Páramo de las Semillas de los Años, el germen del 2013 que se enterrará y con mucha rapidez comenzará a crecer y a crecer en el mismo monto de tierra en el que, hasta hoy, crecía el 2012...

sábado, 1 de diciembre de 2012

Mis ganas incesantes de llorar.

Septiembre. La entrada que precede a esta en P-êM es de septiembre. Realmente nunca creí que abandonaría de esta forma esta bitácora, este espacio de la blogosfera que siento mío y que hago mío con mis pensamientos y mis pareceres, sin pretender nada salvo desahogarme. Jamás imaginé que octubre y noviembre quedarían en blanco sobre el recuento de entradas de mi querido blog. Pero así ha sucedido, y debo pedirme perdón a mí mismo, ya que Peut-être Magic es un lugar que me ayuda aunque él no lo sepa.

Hoy es día 1 de diciembre, primer día del mes de mi cumpleaños (que apenas llegará en cuatro días) y que no se presenta como cualquier otro diciembre, en el que suelo estar contento y feliz por la llegada de mi cumpleaños. Varias veces me he quejado ya sobre la cercanía de los 18 y ser mayores de edad (aunque aún tengo 16, pero bueno, poco les quedan), y hoy no he vuelto al cálido abrigo de P-êM para volver a expresar mi descontento con ser adulto en tan solo un año. Hoy he venido aquí para gritar, chillar y desahogarme, para quitarme un peso de encima que llevo varios días cargándome...

No estoy agusto con mi vida, no estoy agusto con la vida. Siento que aquellos que están a mi lado piensan muchas cosas que no dicen, siento que estoy haciendo miles de cosas mal y que no me doy cuenta. Siento que cada paso que doy intentando buscar la sonrisa de mis personas más queridas, es un paso que doy para alimentar un pequeño pero latente rechazo hacia mí. Quizá mi personalidad tenga un pequeño resorte de inadecuación al mundo, de inadecuación al género humano que tan pocas veces he llegado a comprender. Personas con las que me siento muy identificado, y a las que no quiero otra cosa sino regalarle el más sentido aliento de mi corazón..., pero tal vez deba considerar la posibilidad de que ellos no quieran sentirse identificados conmigo y no deseen ese pedazo de corazón que les entrego. Quizá se está formando tras de mí una nube de animadversión que un día se hará tan grande que solo podrá nublarme la vista e, igual, dejarme ciego para siempre... O también pueden ser todo conjeturas mías, imaginaciones que mi cabeza hace y que aquellas personas no merecen, tontas conclusiones que saco de una situación tensa de risas que noto falsas. Puede que todo sea una ilusión causada por no se qué maldito agente en mi cabeza, pero tengo miedo, mucho miedo. Miedo a perder, a perderlos a ellos, a quienes me han dado la fuerza para seguir, quizá no desde siempre, pero ahora necesarios para mi vida, tan necesarios como el comer. Miedo a no saber actuar bien, una vez más. Miedo a...

Mi impotencia se levanta sonriente y triunfante sobre mi tímido e indeciso corazón, que no sabe si latir en una dirección o en otra. La mentira criticada será, quizá, el pan de cada día, y yo me alejaré de mi propio yo conformado; o estaré tan equivocado, que mereceré rayos y truenos por pensar esto que pienso. El destino es aciago, se mire como se mire. Y la vida te empuja a vivir, sin darte un espacio de tiempo inexistente como tregua, para pensar qué puede estar pasando, qué puede estar fallando, por qué tu vida no está llena de sonrisas y cada vez tiene más lágrimas. Tal vez son temporadas, deseos del Destino que, con sus enormes y meticulosos dedos, enreda nuestras vidas y las torna nostálgicas donde antes eufóricas...

Hoy es el primer día de diciembre, un mes de Magia y cambio. Hoy es el primer día de diciembre, pero no el primer día de mis ganas incesantes de llorar.